
¿Qué tengo que hacer con lo que siento?
Cuando se habla de la gestión emocional se refiere a qué hago con esta experiencia emocional que me está pasando en este momento, que viene a decir “qué hago con todo esto que siento”. La respuesta simple y breve es: permitirte sentir.
Ahora bien, ¿cuándo estoy permitiéndome sentir? me permito sentir cuando lo reconozco, cuando nombro la emoción, cuando dejo fluir la emoción, cuando no lucho contra ello, cuando no lo ignoro, cuando le presto atención.
De esta forma, permitimos que las emociones vengan y se vayan, que no se queden estancadas en uno mismo, ni que se conviertan en gotas que van llenando el vaso hasta que quizás en algún momento el vaso estalle. ¿Te ha pasado alguna vez que por “una tontería” hayas sentido una emoción muy fuerte como “desmesurada”, como si a “la mínima lloro”; “a la mínima me irrita”, “a la mínima grito” como si estuviese a flor de piel? Cuando el patrón de no reconocerlos, no prestarle atención o hacer como si nada es frecuente, las emociones no expresadas pueden ir acumulándose hasta que se convierta en tensión emocional, como el vaso que está apunto de desbordarse.
Aunque sabemos que las emociones están para sentir y expresarlas, no significa que lo hagamos de cualquier forma. Es importante tener en cuenta la regulación emocional. Por ejemplo: Victoria está enfadada con su compañera, y tiene muchas ganas de expresar su ira con gritos. Esta forma de expresar la emoción no es adecuada (se están sobrepasando los límites interpersonales). Por eso, una vez reconocida la emoción, es interesante identificar la intensidad y comprender la experiencia que subyace dicha emoción.
¿Qué ocurre cuando nos permitimos sentir?
- Mayor intimidad con los demás
- Mayor conexión con la parte auténtica de uno mismo
- Vivir con mayor flexibilidad y bienestar
- No nos sentimos sobrepasados por las emociones
- No nos sentimos con la sensación de que las emociones “nos controlan”
- Una mayor compresión y tolerancia a las expresiones emocionales de los demás
- Tener una visión más amplia de uno mismo (tenemos en cuenta la parte cognitiva (pensamientos, narrativa, creencias, diálogo interno etc,); parte fisiológica (ej:las sensaciones corporales), parte conductual (conductas, lo que hago con las emociones); parte afectiva (las emociones)
- Al estar conectado con el mundo emocional propio, con más facilidad podremos conectar con el mundo emocional del otro
- Al aprender a tolerar nuestra incomodidad, agitación, dolor por nuestras propios emociones, más cómodo será acompañar la experiencia emocional de la otra persona
¿cuándo estoy permitiéndome sentir? me permito sentir cuando lo reconozco, cuando nombro la emoción, cuando dejo fluir la emoción, cuando no lucho contra ello, cuando no lo ignoro, cuando le presto atención.
-Alaia Ayerza

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